miércoles, 24 de marzo de 2021

¡Microrrelato ganador!

Resolución del concurso 


Llegó el día de la inauguración del espacio expositivo y también de conocer al ganador del concurso de microrrelatos que abrimos la pasada semana. Tal y como venía establecido en las bases, solo puede haber un ganador cuyo autor/a recibirá un regalo sorpresa en la dirección que nos indique.

Aun así hemos decidido que, a modo de agradecimiento a los participantes, publicamos en este post todos los que hemos recibido en los siete días en los que ha estado abierta la convocatoria ordenados por orden de llegada. Pero no solo eso, sino que ¡también van a estar todos de forma física en el espacio expositivo!

El stand puede verse en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca del 25 de marzo (desde las 10:00h) al 9 de abril.






Sin más dilación... Nuestra medalla de oro va para...


Sueño encriptado de bajorrelieve empotrado


Dormidos los halcones, dos lapislázulis me guiaron en celeste embrujo de éxtasis. Por el camino, lenguas trataron, en ardiente deseo, de saciar la sed del desierto. Y así, como desliz sibilante entre valle de reyes, alcancé el delta del Nilo, la pirámide del Bajo Egipto. Movido por el empeño de profundizar mis conocimientos, me adentré en el misterio, profané el templo, vertí mis pecados, desbordé el cauce del orgasmo.

Escrito por Marina López Fernández.
74 palabras


¡Muchas gracias a todos los que habéis participado! Hemos disfrutado mucho leyéndolos y nos habéis servido de motivación en los últimos frenéticos días de trabajo.

Aquí el resto de aportaciones:




La Diosa y el deseo

Por favor Diosa Hathor escuchame. Es el ruego de una mujer que anhela tener una familia. Ayúdanos. A mi y a mi Turín. Sabes que mis sentimientos por él son puros, pero no puedo ocultar la excitación al imaginarnos desnudos. Deseo su cuerpo dentro mío, quiero sentir mi piel con la suya, recibir sus fuertes embestidas. Pienso en cabalgarlo con pasión, escuchar sus gemidos a punto de darme su semilla. Ayúdame a calmar estos deseos


Escrito por Horacio Mayo.
80 palabras


El mordisco

Aún cuando se habían batido en una lucha de cuerpos casi líquidos, ninguna esperaba el calor previo al encuentro. Un sudor azucarado las recorría, volviéndose sólido por segundos. El dueño de los labios del deseo sabía lo que hacía: cuándo acercar y cuándo calentar. En el momento exacto, el mundo se abrió en una bocanada de aire. Todo terminó con un mordisco preciso, suave.

Nunca le habían salido mejor las magdalenas.

Escrito por Marco Hernández.
73 palabras


Éxtasis mortal

A Marco Antonio se le escapaba la vida, su sangre comenzaba a inundar la estancia. Pero en sus últimos momentos de existencia, solo había una imagen en su memoria, Cleopatra. Noches de pasión desenfrenada, labios carnosos recorriendo su cuerpo, pechos fulgentes acariciando su piel y el movimiento de sus caderas cabalgando sobre su sexo. Al final la muerte no era tan diferente al éxtasis de placer junto a la reina de Egipto.


Escrito por Juan José Robles.
74 palabras


Lo que uno desea

Mi fuerza bruta me precede en todo Egipto.

Una vez a solas, lo aprisiono sin miramientos contra la fría caliza que reviste las paredes de la bodega. Es hora de bajar de las nubes al dios celeste. Él me dedica una sonrisa arrogante. Aviva mi furia, pero también mis sentimientos más profundos, los que acaban por dominarme. Así, de un tirón, le despojo de su shenti y nos sometemos al deseo.


Escrito por Sergi Salcedo.
75 palabras


Reencuentro

Besos que saben a los kilómetros entre nosotros. Suspiros que erizan hasta mis pensamientos. Por fin te tengo delante y a los dos, nos empieza a sobrar la ropa. Mientras te desvisto, no escatimo en mordiscos en tu cuello, en tu clavícula. Siento como tu respiración se acelera y eso hace que me excite todavía más. Perdemos la paciencia y me susurras “fóllame” mientras muerdes mi oreja. Justo después, brindamos un orgasmo a la distancia.


Escrito por Pompeya.
76 palabras

15 de agosto

Me tumbó en la cama y con cuidado, me empezó a acariciar con los dedos, como si fuera de porcelana, analizando cada curva y mi respiración agitada. Cuando llegó a las piernas, descubrió que estaba mojada, y con una risa picarona empezó a masturbarme mientras me escuchaba gemir y arquearme de placer, hasta que me excitó lo suficiente como para penetrarme fuertemente y crear un baile de placer donde nos hicimos uno.

Escrito por Yeye.
75 palabras

Ocaso

El camino había sido extenuante. Las dunas del desierto formaban figuras caprichosas y el sol anaranjado ya se ocultaba en el horizonte. Era su momento favorito del día. Descorrió las cortinas para que entrase aire fresco en la estancia que había permanecido cerrada, latente, anquilosada. Su boca estaba tan seca que ya no producía saliva. Se dejó caer en el diván, se retiró la túnica de lino y se dejó llevar, una vez más.



Escrito por Paula Vega González.
75 palabras

Disfruta, soy tuya

Estamos en la cama, aunque ya lo hemos hecho en el sofá, en la mesa, en el  baño… Pero hoy estamos en la cama. Estás sobre mí, tocándome lento, como a una deidad egipcia, bajando con cariño por mi pecho, mi cintura… Arrastrando tus dedos y apretando mi culo. Me encanta verte así: desnuda y disfrutando de nuestro roce, de tus vistas y de mis labios hinchados, con tu sabor en ellos.


Escrito por Elena Cabezas.
75 palabras


Faraón

Ella era el faraón. El poder que irradiaba su fina figura podría haber hecho temblar imperios, mas aquella noche había elegido hacer temblar a su amante. No había adornos de poder, sólo dos cuerpos desnudos en una marabunta de manos curiosas, mordiscos posesivos y besos asfixiantes. Jadeos y gemidos inundaban el lecho en el que las dos mujeres parecían olvidar que una de ellas era una simple esclava y la otra era el faraón.

Escrito por Eri L.B.
75 palabras


Misterio

Amunet jamás había sido una mujer curiosa, pero aquella noche asfixiante quería descubrir nuevas maravillas. No pudo evitar fijarse en esas manos que acariciaban el arpa, amenizando con sus notas la estancia. Fue incapaz de obviar el pensamiento de aquellas manos recorriendo su piel intacta, tocando cada cuerda, cada acorde, cada nervio. Sus ojos crípticos serían capaces de enloquecer. Cualquiera estaría dispuesto a seguirla tras las cortinas perfumadas de lirio que guardan su desnudez.


Escrito por Osiris.
75 palabras

Calor

El sol caía iluminando con sus últimos rayos las ondas añiles del Nilo, que respondía con ese mismo fulgor evocando un río de lava que baja rabioso por la falda de un volcán. Naunet reposaba sus instintos al borde de aquel magma, mientras amasaba entre sus manos un gato del mismo color que aquella hoguera. Los cantos de sirena en el palacio helado iban disipándose, mientras esperaba ansiosa una poderosa descarga de frescor saciante.


Escrito por Natalia.
78 palabras


El Nilo afrodisiaco

El olor de las velas de canela hizo que se disparase toda su sensualidad. Sus manos agarraron su cuello, comenzando a deslizarse por todo su cuerpo, acariciando, suavemente, sus pechos. Cleopatra, viendo incrementado su deseo sexual, notaba la erección de sus pezones. Sus manos continuaron deslizándose, hasta llegar a palpar sus bragas húmedas. Lentamente, se quitaron la ropa, hasta quedar completamente desnudos y comenzaron a arder en un ambiente de lujuria.

Escrito por Amunet.
74 palabras

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Obscenidad y cultura: Dos Rombos en la Universidad de Salamanca

Crónica de la inauguración Ataviados con oscuras camisetas diseñadas especialmente para la ocasión sobre las que destacaba el logotipo en r...